Prólogo: La Calma en el Océano de Estrellas
El cielo de Acheron-IV no era más que una herida abierta. Los restos de la Gran Flota, que hace apenas unos instantes pulsaban con una Densidad de Información capaz de extinguir sistemas solares, ahora no eran más que chatarra flotando en un vacío sin aire. En medio de ese caos de hardware fundido, donde los bio-fotones residuales de los caídos formaban una neblina púrpura y densa, un hombre permanecía sentado.
No vestía armadura, sino una yukata desgastada por el tiempo que ondeaba en un lugar donde no debería haber viento. Su Tanden Inferior, actuando como un reactor de masa perfecta, generaba un campo de inercia que ignoraba el vacío del espacio. El anciano mantenía los ojos cerrados, con las manos descansando sobre sus rodillas en un mudra de absoluta vacuidad. Su respiración era lenta, rítmica; cada inhalación parecía absorber el trauma del entorno y cada exhalación devolvía una paz que resultaba casi violenta.
—Qué desperdicio —susurró el anciano, y su voz no viajó por el aire, sino que vibró directamente en la conciencia de los pocos agonizantes que quedaban—. Tanto Ki acumulado en máquinas de guerra, y ni una sola gota de sabiduría en sus corazones. Es como intentar llenar un cántaro roto con la luz de las estrellas.
A unos metros, un Inquisidor Imperial —un organismo de Nivel 5 que los registros galácticos considerarían un semidiós— intentaba desesperadamente estabilizar su flujo de energía. Sus circuitos de bio-información soltaban chispas y su Sello Real colapsaba ante la simple presencia del hombre de cabello blanco, que emitía una frecuencia de Ki tan pura que borraba cualquier interferencia enemiga.
—¿Quién... eres...? —logró jadear el inquisidor a través del enlace psíquico.
El anciano abrió un solo ojo, y en su pupila no había galaxias ni poder, sino una sencillez profunda que daba miedo. Un Modo Debug natural, nacido de décadas de meditación.
—Solo un abuelo que se alejó demasiado de casa buscando ingredientes para una cena especial —respondió con una sonrisa amable que no encajaba con el apocalipsis circante—. Sabes, mi nieto mayor tiene un apetito voraz. Es un chico alto y fuerte, unos 1.87 de puro potencial, aunque todavía no entiende que su cuerpo es un templo del Ki y no solo un contenedor para el ramen de descuento. Es un buen muchacho; su rostro es el de un príncipe de esos cuentos para jovencitas, pero su corazón es demasiado vasto para su propio bien. Un poco pretencioso a veces, el pobre.
El inquisidor intentó elevar su energía para un último ataque suicida, pero el anciano suspiró, una vibración que reajustó la presión molecular de la zona.
—No perturbes mi meditación, jovencito. Estoy tratando de enviar un poco de buena fortuna hacia esa pequeña ciudad en el Sector 0. Mi hijo está allí, dibujando sus historias, creyéndose un hombre ordinario... a veces envidio su ignorancia. Él y su familia viven bajo un sol cálido, sin saber que la sangre del Linaje de Susanoo que corre por sus venas dictó el destino de la Era Mítica. Es mejor así. La paz es un regalo que solo los que han visto el vacío saben apreciar.
El hombre se puso de pie. Al hacerlo, el flujo de energía del planeta pareció detenerse, reconociéndolo como un soberano de Nivel 6 Alto.
—Muchacho... mi querido y torpe muchacho. Algún día el universo llamará a tu puerta y no podrás disculparte por existir. Solo espero que para entonces, tu Tanden sea tan firme como el monte donde nacimos y que no te olvides de traer el cambio cuando vayas a la tienda.
Con un gesto casi perezoso de su mano, el anciano ejecutó una disolución de la realidad a su alrededor. No hubo explosiones, solo una transición silenciosa. El inquisidor, los acorazados y el rastro de Ki enemigo simplemente dejaron de estar en el presente, borrados por una voluntad que no necesitaba gritar para ser ley.
El planeta quedó desierto, y en el centro del cráter donde el anciano había estado, solo quedó una pequeña flor de loto tallada en madera, un anclaje de frecuencia espiritual en un cementerio de máquinas.
¿Continuamos con el Capítulo 1: El Despertar del Hardware? Presentaremos a Rito en su vida cotidiana antes de que el "sistema operativo" de su vida sea hackeado por una princesa de Deviluke.
Entendido, continúa.
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