Andriuk

By: Andriuk

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Capítulo 2: La Caída en el Cielo

A través del cristal, una luminiscencia púrpura comenzó a devorar las sombras del patio, iluminando los árboles con un tono antinatural. La paz de la tarde en Sainan acababa de ser oficialmente revocada por una fuerza de desembarco galáctica.

La luminiscencia púrpura se intensificó hasta que el jardín de los Yuki pareció transformarse en el escenario de una pesadilla fluorescente. El aire en el comedor se volvió pesado, cargado de una presión estática que hacía que el vello de los brazos de Rito se erizara. Sin mediar palabra, dos figuras masivas atravesaron el umbral de la realidad, materializándose en medio de los arbustos de azaleas de Mikan con un estruendo que hizo crujir la tierra.

Eran guerreros de una envergadura que desafiaba la biología terrestre, portando armaduras de una aleación obsidiana que devoraba la luz ambiental. No eran simples soldados; eran unidades de asalto de élite, y el Ki que emanaban era una masa informe de violencia disciplinada.

—¡Princesa Lala! —la voz extrañamente electrónica del invasor de la izquierda resonó con una distorsión metálica que hizo vibrar los cristales de la casa—. Por decreto del gran Gid Lucione Deviluke, su periodo de «turismo planetario» ha expirado. Procederemos a su extracción inmediata.

Mikan, que seguía sosteniendo el plato de sopa, retrocedió hasta chocar contra la encimera de la cocina. Sus ojos estaban dilatados por el miedo, observando cómo aquellos gigantes de acero daban un paso hacia la puerta corredera, agrietando las baldosas del porche bajo su peso.

—Rito... —susurró Mikan, su voz apenas un hilo de aire—. ¿Qué son esas cosas?

Rito no respondió de inmediato. Cerró los ojos, realizando una inspiración profunda que expandió su caja torácica. En su mente, el caos del comedor desapareció, dejando solo la lectura de vectores y la posición de sus oponentes. Cuando exhaló, su Ki se estabilizó en una frecuencia de combate pura, eliminando cualquier rastro de la duda adolescente.

—Mikan, entra en la cocina y quédate bajo el marco de la puerta. Lala, quédate detrás de ella —ordenó Rito. Su tono era gélido, carente de cualquier inflexión emocional.

—¡Pero Rito! ¡Son los guardias reales! —exclamó la chica de cabello rosado, acercándose a él con una preocupación que la hizo tropezar ligeramente con sus propios pies.

Al hacerlo, su cuerpo chocó contra el brazo de Rito, y la suavidad de su pecho contra su bíceps provocó una fluctuación de Ki involuntaria en el joven. Rito apretó los dientes, forzando a su sistema nervioso a ignorar el contacto sensorial y el aroma floral que amenazaba su concentración. 

—No te preocupes; puedo sentir que son más débiles que yo; no soy lo suficientemente imprudente para luchar contra mis posibilidades sin suficientes razones- Declaró fríamente, ocultando su agitación hormonal. 

—P-pero...son Nivel 3...- Susurró Lala justo cuando Peke se acercó a decirle algo al oído; haciendo que abriera lo ojos de la sorpresa. 

Nivel 3?

Rito levantó involuntariamente una ceja, pero no le hizo mucho caso; aprovechando el momento de sorpresa de Lala para liberarse. 

El empujo suavemente a una Lala sin palabras y, con un movimiento seco, abrió la puerta corredera y salió al jardín, enfrentando el aire frío de la noche de Sainan.

Rito se detuvo en el centro del jardín, sintiendo la humedad de la tierra bajo sus pies descalzos. Frente a él, los dos guardias reales se alzaron como torres de obsidiana. No eran máquinas; Rito podía oír sus respiraciones pesadas y rítmicas a través de las rejillas de sus cascos, y el calor que emanaba de sus cuerpos no era mecánico, sino el resultado de un metabolismo galáctico trabajando a pleno rendimiento.

Un siseo estático brotó de sus comunicadores mientras sus sistemas procesaban el entorno.

—Nativo —la voz que salió del guardia de la derecha era profunda, forzada a través de un traductor que apenas lograba captar la cadencia del japonés—. Apártate. Estás en el camino de una recuperación imperial.

Rito no respondió de inmediato. Ajustó su postura, hundiendo el talón izquierdo en la tierra para ganar tracción, mientras su «Sincronía Operativa» mapeaba cada centímetro del jardín. Para él, esos gigantes no eran soldados invencibles, eran masas biológicas con un centro de gravedad demasiado alto y una confianza excesiva en su propia envergadura.

—Habéis roto las azaleas —dijo Rito. Su voz era baja, cargada de una sornía pretenciosa que hizo que Mikan se tensara en el umbral—. Mi hermana pasó tres meses cuidándolas. Y habéis entrado en mi casa sin pedir permiso. En este planeta, eso suele terminar con alguien en el suelo.

—Insolente —gruñó el guardia.

El alienígena de la izquierda se lanzó al ataque. No hubo fuego ni motores; solo una explosión de potencia muscular pura que hizo que la tierra bajo sus botas saltara por los aires. El puño del guardia voló hacia el rostro de Rito con una velocidad que habría decapitado a un hombre normal.

Rito no retrocedió. En su mente, el tiempo se fragmentó en vectores de movimiento. Vio cómo el hombro del guardia se elevaba demasiado al confiar en su fuerza bruta. Con un movimiento fluido, Rito realizó un pivote sobre la punta de su pie derecho, dejando que el guantelete pasara a milímetros de su mejilla. El viento del golpe le revolvió el cabello, pero él ya estaba dentro de la guardia del gigante.

Sus manos se movieron con la precisión de un bisturí. No golpeó la placa pectoral; utilizó la palma de su mano para interceptar el bíceps del guardia, sumando su propia inercia al movimiento del atacante.

—Demasiada inercia, muy poco control —murmuró Rito.

Con un giro de cadera seco, Rito redirigió los 250 kilos de masa del alienígena hacia el vacío. No fue fuerza contra fuerza, fue el uso perfecto de la gravedad.

¡CRASH!

El suelo del jardín tembló cuando el guardia se estrelló de cara contra el camino de piedra, levantando una nube de polvo y pétalos destrozados. El impacto fue tan violento que el propio alienígena quedó sin aire, su armadura agrietándose contra el suelo por su propia potencia mal dirigida.

Rito se enderezó lentamente, acomodándose la manga de la sudadera con una parsimonia que ignoraba por completo el caos a su alrededor. Miró al segundo guardia, quien ahora guardaba un silencio tenso, evaluando al adolescente de 1.87 metros que acababa de derribar a un guerrero de élite con un movimiento que pareció más una corrección física que una pelea.

—¿Esto es el nivel 3 que Lala temía? —Rito extendió una mano, invitando al desafío con un gesto de palma abierta y una sonrisa gélida que rozaba lo insultante—. Tenéis una estructura física envidiable, pero vuestra comprensión sobre el equilibrio básico es rudimentaria. Mi abuelo me hacía entrenar con troncos más ágiles que vosotros; al menos los troncos no desperdiciaban tanta energía cinética en rugidos innecesarios.

Lala, desde la puerta, observaba con los ojos brillando de una forma que Rito habría encontrado alarmante en cualquier otra situación. Peke, flotando a su lado, vibraba con un zumbido de pura incredulidad.

—¡Princesa! —chilló Peke—. ¡Ese humano ha usado la masa del atacante como palanca absoluta! ¡Su ratio de eficiencia es superior a cualquier registro que tengamos de esta región galáctica! ¡Está tratando a la élite de Deviluke como a simples estudiantes de gimnasia!

El segundo guardia no esperó más. Soltó un rugido gutural que hizo vibrar los cristales de la casa y, esta vez, no cargó de frente como un animal. Se movió en un arco lateral, usando su potencia muscular para desdibujar su silueta en la penumbra del jardín, buscando el ángulo muerto de Rito con una ferocidad renovada.

Rito ni siquiera cambió su expresión; simplemente ajustó el ángulo de sus pies, esperando el vector de colisión con la calma de un verdugo matemático. La verdadera pelea por la paz de la casa Yuki acababa de subir de nivel.

El segundo guardia no cometió el error de su compañero. En lugar de una carga lineal, utilizó la fuerza de sus cuádriceps para pivotar, lanzando una serie de patadas bajas diseñadas para destrozar los ligamentos de cualquier humano. El aire silbaba con cada movimiento; era una demostración de poder biológico puro que agrietaba la tierra del jardín.

Rito, sin embargo, se movía como una hoja atrapada en una corriente de aire. No bloqueaba —bloquear masa de Nivel 3 sería un desperdicio ineficiente de calcio óseo—, sino que realizaba micro-desplazamientos, dejando que las botas del alienígena pasaran a milímetros de su piel.

—Demasiado ruido estructural —murmuró Rito, analizando el patrón de ataque.

En el momento en que el guardia preparó un golpe de revés para decapitarlo, Rito hundió su centro de gravedad. Sus dedos rozaron el suelo húmedo y, con una explosión coordinada de bioenergía en sus falanges, golpeó el empeine del guardia justo cuando este cargaba su peso.

Fue un toque sutil, casi imperceptible, pero alteró el vector de apoyo del gigante. El guardia perdió la verticalidad por un microsegundo, y Rito no desperdició la apertura. Se impulsó hacia arriba, conectando la palma de su mano con el mentón del casco del alienígena en un golpe ascendente que utilizó la propia fuerza de recuperación del guardia contra sí mismo.

¡CLACK!

La cabeza del gigante salió disparada hacia atrás, y sus 250 kilos de masa colapsaron sobre el estanque de carpas decorativo con un estruendo acuático. El silencio regresó al jardín, roto solo por el burbujeo del agua y el siseo de los sistemas de soporte de las armaduras dañadas.

Rito se sacudió una brizna de césped de la rodilla y suspiró, mirando a Mikan con una calma exasperante.

—Te dije que el lunes iba a ser una tragedia, Mikan. Ahora tenemos dos alienígenas en el jardín y el estanque probablemente necesite un nuevo filtro —Rito se giró hacia Lala, manteniendo esa mirada bishounen/pretenciosa—. Lala, si estos son tus perseguidores, tu padre tiene un control de calidad muy pobre en su ejército.

Lala estaba a punto de responder con un grito de alegría, pero Peke emitió un pitido de alarma de frecuencia roja.

—¡Princesa! ¡Lectura de energía detectada a 500 metros sobre nuestra vertical! ¡Firma de poder Nivel 4... no, es Nivel 4 Superior! —chillo el robot, ocultándose tras el cabello de Lala.

Rito sintió un escalofrío que no tenía nada que ver con el aire de la noche. El Ki en el ambiente se volvió denso, pesado como el plomo, dificultando la respiración. Sus vellos se erizaron mientras miraba hacia el cielo estrellado. Una silueta envuelta en una capa comenzó a descender lentamente, ignorando la gravedad como si fuera una sugerencia molesta.

—Parece que el "examen real" acaba de empezar —susurró Rito, adoptando una postura de combate que nunca le había mostrado a nadie, con sus manos temblando no de miedo, sino de una euforia que su lógica intentaba desesperadamente negar.

La presión en el jardín se volvió física, una gravedad artificial que hizo que las briznas de hierba se aplastaran contra el barro; el aire parecía haberse saturado de una estática pesada que dificultaba la expansión de los pulmones.

Desde el vacío del cielo nocturno, una silueta terminó su descenso. No aterrizó con el estruendo bruto de los anteriores, sino con una ligereza antinatural, como si la masa de su cuerpo fuera una variable que pudiera editar a voluntad. Al tocar tierra, apenas levantó una mota de polvo.

Era un hombre que personificaba la marcialidad absoluta. Su armadura de placas color plata lunar, grabada con runas que pulsaban con un brillo tenue, emitía un zumbido de alta frecuencia casi imperceptible. Sobre sus hombros, una capa de un púrpura profundo ondeaba con una elegancia que contrastaba con el caos del jardín. Observó los cuerpos de sus subordinados con una decepción que helaba la sangre.

—Incompetentes —sentenció el recién llegado. Su voz era rica y profunda, cargada de una autoridad que no necesitaba de los traductores electrónicos que sus hombres usaban—. Han sido derrotados no por una potencia bruta, sino por su propia incapacidad para medir la densidad del oponente. Un error de cálculo imperdonable para un guerrero de la Guardia Real.

El hombre posó su mirada dorada sobre Rito, evaluándolo como un ingeniero examinaría una pieza de tecnología arcaica pero sorprendentemente eficiente.

—Tú, nativo. Has utilizado la inercia de estos necios para compensar tu falta de masa crítica. Es una optimización de recursos interesante para un habitante de un mundo tan... biológicamente primitivo. Me pregunto cómo es que tu salida de Bioenergía es tan coherente.

Rito no se relajó. Al contrario, sintió que su «Sincronía Operativa» vibraba en una frecuencia de alerta roja. La diferencia entre este hombre y los anteriores no era cuantitativa, era cualitativa. El flujo de energía que emanaba de él era tan denso que Rito podía sentirlo quemando el vello de sus brazos.

—Si vienes a pedir perdón por las azaleas de mi hermana, acepto el gesto —replicó Rito, aunque sus dedos hormigueaban por la presión ambiental—. Pero si vienes a decirme que me aparte, te sugiero que revises tus propios protocolos primero. Estos dos también pensaban que yo era una "unidad de carbono" insignificante.

El extraño arqueó una ceja. Por primera vez, una pizca de curiosidad asomó en su mirada severa.

—Curioso. Un espécimen que no solo posee una técnica de redirección pulida, sino la osadía de desafiar la jerarquía del Imperio con sarcasmo. Es justo que, antes de que proceda a tu remoción física, conozcas el nombre de quien pondrá fin a tu interferencia.

El hombre realizó una inclinación de cabeza perfecta, un gesto de etiqueta aristocrática que resultaba surrealista entre el estanque destrozado y el barro.

—Soy Zastin, Capitán de la Guardia Real de Deviluke y Primer Espadachín del Imperio —declaró, y al pronunciar su nombre, la Bioenergía en el aire se solidificó, casi obligando a Rito a hincar la rodilla—. He venido por la Princesa Lala Satalin Deviluke. Por decreto del Emperador Gid, su periodo de libertad ha concluido.

Rito dio un paso al frente, forzando a sus músculos a ignorar la orden de sumisión que el aura de Zastin enviaba a su sistema nervioso. El sudor resbalaba por su nuca, pero su mirada permanecía fija en el capitán.

—Lamento decirte, Zastin-san, que tu "extracción" tiene un error de procedimiento —dijo Rito, recuperando esa sonrisa pretenciosa que era su escudo—. No puedes llevarte a alguien de este hogar sin presentar una solicitud formal y, lo más importante, sin reparar el desastre que vuestro "turismo" ha causado.

—Tu valor supera a tu intelecto, joven —Zastin colocó una mano sobre el pomo de su espada, un arma que parecía estar hecha de oscuridad sólida—. Es una lástima. El Nivel 4 Superior no es algo que puedas desviar con simples trucos de palanca.

—No lo sabremos hasta que pongamos a prueba la resistencia de tu honor contra mi física, ¿verdad? —replicó Rito, adoptando una guardia de manos abiertas, su Bioenergía (Ki para él) concentrándose en sus palmas con una intensidad que hizo que el suelo bajo sus pies se agrietara.

Zastin no esperó a que Rito terminara de estabilizar su postura. En un parpadeo, la distancia de seguridad que los separaba fue reducida a cero. No hubo un despliegue de luces ni explosiones; fue un movimiento de una economía motriz tan absoluta que el cerebro de Rito apenas registró el desplazamiento del aire.

La espada de Zastin, una hoja de obsidiana que vibraba con un zumbido de alta frecuencia, descendió en un arco vertical diseñado para terminar la disputa en un solo segundo.

Rito no intentó interceptar la hoja. En lugar de eso, colapsó sus propias rodillas, dejando que la gravedad lo hiciera caer más rápido de lo que sus músculos podrían haberlo empujado. La espada de Zastin cortó el espacio donde su cabeza había estado un milisegundo antes, dividiendo un mechón de su cabello con tal limpieza que Rito ni siquiera sintió el roce.

—Lento para ser un capitán —murmuró Rito desde el suelo.

Sin levantarse por completo, Rito lanzó un golpe de palma ascendente hacia la axila de la armadura de Zastin, el único punto donde la Bioenergía del escudo parecía tener una fluctuación mínima debido al movimiento del brazo. Concentró su flujo energético en la punta de sus dedos, buscando una descarga puntual de alta presión.

¡K-BOOM!

El impacto generó una onda de choque que barrió el barro del jardín en un radio de tres metros. Zastin no retrocedió, pero su brazo fue desplazado hacia arriba unos centímetros por la fuerza del golpe. El capitán de Deviluke entrecerró los ojos, sorprendido no por la fuerza, sino por la precisión del objetivo.

—Has buscado el nodo de mi armadura —observó Zastin, recuperando la guardia con una elegancia glacial—. No es solo instinto; estás mapeando mi flujo de Bioenergía en tiempo real.

Zastin giró su espada, y esta vez la hoja comenzó a brillar con un tono púrpura intenso. El calor emanado por el arma evaporó instantáneamente el agua del estanque cercano, creando una cortina de vapor que envolvió a ambos combatientes.

—Sin embargo —continuó Zastin, su voz resonando desde la niebla—, el conocimiento de la estructura no te sirve de nada si no tienes la potencia necesaria para romperla.

Rito se puso en pie, su respiración volviéndose rítmica y profunda. Podía sentir el calor de la espada de Zastin quemándole la piel a distancia. Sabía que un solo roce de esa hoja desintegraría sus células a nivel molecular.

—La potencia es solo una variable, Zastin-san —replicó Rito, mientras su propio Ki comenzaba a emitir un tenue brillo azulado alrededor de sus manos—. Yo prefiero centrarme en la eficiencia.

Zastin lanzó un estocada desde la niebla. Rito no esquivó hacia afuera; se lanzó hacia adentro, invadiendo el espacio personal del espadachín. Sus manos se movieron como un torbellino, golpeando no a Zastin, sino a la hoja de la espada por los planos laterales, desviando la punta de acero púrpura milímetro a milímetro mientras su cuerpo giraba como una peonza alrededor del capitán.

Era una danza suicida. Cada desvío enviaba una descarga eléctrica a través de los brazos de Rito, pero su rostro permanecía impasible, sus ojos enfocados únicamente en el flujo de energía que debía redirigir para no morir.

El filo de la espada de Zastin, cargado con una bioenergía púrpura que hacía que el aire emitiera un chillido constante, trazó un arco descendente. Rito no se movió hacia atrás; se hundió en el radio de acción del capitán. Sus palmas, envueltas en una fina capa de Ki que ionizaba el oxígeno a su alrededor, golpearon los planos laterales de la hoja. No fue un bloqueo; fue una bofetada técnica a la trayectoria.

—¡Princesa! —el grito de Peke cortó el estruendo del choque—. ¡Rito está utilizando una técnica de fricción estática para desviar el filo! ¡Si comete un error de un grado en el ángulo, su brazo desaparecerá!

Lala apretó los puños, con las uñas clavándose en sus palmas mientras sus ojos verdes seguían cada micro-movimiento.

—¡No es solo fricción, Peke! —exclamó ella, su voz temblando por la sobrecarga de datos—. Está induciendo una corriente de repulsión polar en el punto de contacto. Está tratando la espada de Zastin como un imán de polaridad opuesta para que el acero nunca toque realmente su piel... ¡Pero la presión del aire por la velocidad de Zastin es de al menos cinco atmósferas!

Zastin, al sentir cómo su espada era "deslizada" hacia afuera por un adolescente descalzo, frunció el ceño. Sus ojos dorados captaron el brillo azulado en las yemas de los dedos de Rito.

—Tu control sobre la bioenergía ambiental es... inaudito para un organismo de tu clase —sentenció Zastin, girando su muñeca en un movimiento que desafiaba la inercia para lanzar un tajo ascendente.

Rito sintió que sus antebrazos ardían. El sudor que bajaba por su frente se evaporaba antes de tocar sus mejillas debido al calor del arma imperial. No sabía qué estaba pasando, pero su sangre hervía mientras una sensación de conocimiento —similar al de saber respirar— afectaba el cómo manipulaba su Ki para influir en la bioenergía ambiental y, en consecuencia, en el entorno. Sentía el aire cargado por su voluntad, como si la atmósfera misma fuera una extensión de su sistema nervioso.

Zastin incrementó la velocidad de sus estocadas, convirtiendo su espada en un abanico de luz púrpura que zumbaba con una frecuencia mortal. Sin embargo, Rito ya no estaba simplemente esquivando. Con cada pivote, sus pies descalzos parecían succionar la energía del suelo, y sus manos, moviéndose en círculos concéntricos, generaban un vacío de presión que desviaba el filo de Zastin antes de que este tocara sus fibras musculares.

—¡Princesa, mira esto! —exclamó Peke, su ojo digital proyectando flujos de datos en tiempo real sobre la visión de Lala—. El sujeto Rito ha dejado de consumir su propia reserva interna. ¡Está actuando como un puente! Está canalizando la bioenergía térmica que desprende la espada de Zastin y la está redirigiendo para enfriar sus propios tejidos y estabilizar el aire a su alrededor. ¡Es una termodinámica de combate imposible!

Lala dio un paso al frente, con el cabello rosado azotado por las ráfagas que nacían de cada movimiento de Rito. Sus ojos verdes no se apartaban del brillo azulado que empezaba a emanar de los poros del chico.

—No es solo lógica, Peke... —susurró Lala, sintiendo una vibración en su propia cola que respondía a la frecuencia de Rito—. Es como si el aire le estuviera hablando. Mira cómo se mueve antes de que Zastin siquiera termine el ángulo del tajo. No está prediciendo el ataque, está sintiendo la perturbación en el aire antes de que ocurra.

Zastin sintió que el agarre de su espada se volvía inestable. La hoja de obsidiana, que debería haber segado el aire con la limpieza de un láser, vibraba violentamente debido a las fluctuaciones de presión que Rito generaba con simples gestos de sus dedos. El fulgor azul y dorado en las pupilas del chico no era solo luz; era el reflejo de una sinapsis neuronal que estaba procesando la bioenergía del planeta entero.

—Ya veo —Zastin apretó los dientes, forzando a sus músculos a estabilizar el arma—. No estás prediciendo mis movimientos. Estás alterando el medio por el que se desplaza mi acero.

Rito dio un paso al frente. No hubo el ruido de una pisada; el aire bajo su planta se comprimió para amortiguar el impacto, haciéndolo parecer un espectro deslizándose sobre el barro. Sus manos se movieron en un arco lento, pero el aire que arrastraban consigo se volvió una masa sólida y transparente, una lente de aire comprimido que distorsionaba la luz del jardín.

—¡Princesa, ¿¡Vio eso?! —exclamó Peke, mientras sus sensores capturaban la anomalía—. El sujeto Rito ha dejado de ser un objetivo físico. ¡La densidad del aire a su alrededor es tan alta que está refractando la luz! ¡Para Zastin, Rito está en una posición, pero su cuerpo real está desplazado por la distorsión óptica!

Lala no respondió. Estaba fascinada por la belleza matemática del desastre. Los hilos dorados en los ojos de Rito pulsaban al ritmo de los rayos que empezaban a serpentear por las nubes bajas de Sainan, atraídos por la ionización que él provocaba.

—No es solo defensa, Peke —susurró Lala con excitación; una alegría salvaje en su rostro con una extraña mezcla de seducción e infantilismo en su ojos mientras un extraño sentimiento se extendía por todo su cuerpo ante el increíble poder del hombre que eligio.

Continuó; con su manos contra su enormes tetas—. Está preparando una descarga de retorno. Está usando la fricción de la espada de Zastin para cargar su propio potencial eléctrico. ¡Zastin le está dando la energía que necesita para derrotarlo!

Zastin, dándose cuenta de que cada tajo fallido solo alimentaba el aura eléctrica de Rito, decidió cambiar de estrategia. Dejó de lado la esgrima de precisión y liberó su Aura de Comando de Nivel 4 Superior en una explosión omnidireccional. La Bioenergía púrpura barrió el jardín como una marea física, buscando aplastar la voluntad y los pulmones de Rito por puro peso.

Rito ni siquiera parpadeó. Ante la marea púrpura, simplemente extendió su mano derecha abierta.

—Punto de Disipación —sentenció Rito. Su voz ya no era la de un adolescente; tenía una resonancia metálica, profunda, como el trueno antes de caer.

Al contacto con su palma, la Bioenergía de Zastin se dividió. No la bloqueó; la "cortó" usando un flujo de aire laminar tan afilado que la presión del capitán se deslizó a sus costados como el agua por la proa de un barco. Rito aprovechó el momento de máxima expansión de Zastin para cerrar la distancia.

Apareció frente al capitán en un parpadeo, sus dedos cargados con una estática azul que hacía que el aire oliera a ozono puro. Zastin intentó subir su espada para protegerse, pero su brazo, entumecido por la ionización previa, se movió un milisegundo tarde.

Rito conectó tres golpes rápidos en los nodos de la armadura de Zastin: hombro, codo y plexo. No fueron puñetazos de fuerza bruta; fueron inyecciones de energía de alta frecuencia que ignoraron el blindaje de Deviluke para golpear directamente el sistema nervioso del guerrero.

¡BZZZZ-THRUM!

Una columna de luz azul se disparó desde el centro del jardín hacia el cielo nocturno, iluminando toda Sainan por un instante eterno. Zastin fue lanzado hacia atrás, sus botas surcando dos surcos profundos en la tierra antes de chocar contra el muro perimetral de la casa, que se agrietó bajo el impacto.

Rito permaneció en el centro del cráter que acababa de crear, envuelto en jirones de vapor y electricidad estática. Sus ojos seguían brillando, pero su cuerpo empezó a temblar. El precio de usar un poder recién despierto que no entendía estaba empezando a cobrarse en sus tejidos humanos.

Zastin, apoyado contra el muro derruido, se limpió un hilo de sangre azulada de la comisura de sus labios. Su armadura humeaba, pero su mirada dorada ardía con una emoción que Rito no había visto antes: alegría pura de combate.

—Has logrado herir al Primer Espadachín de Deviluke con la física de un mundo de Nivel 1 —Zastin se puso en pie, su capa púrpura hecha girones—. Tu poder es... sinceramente molesto, Yuki Rito. Pero ahora, déjame mostrarte por qué mi Nivel 4 es "Superior".

Zastin enderezó su figura, y la presión que emanaba de su cuerpo dejó de ser una marea para convertirse en un pilar sólido de Bioenergía púrpura que perforó las nubes bajas. 

Sus ojos dorados se fijaron en Rito con una intensidad que parecía pesar toneladas.

—Has demostrado que la tierra es tu dominio, joven humano. Pero un Deviluke es el soberano del vacío —Con esas palabras, Zastin no realizó un movimiento de ataque convencional. 

Simplemente golpeó el suelo con la punta de su bota de obsidiana—. 《Campo de Tracción: Ascensión》

El suelo bajo Rito no se agrietó; simplemente dejó de ejercer gravedad. Antes de que Rito pudiera procesar el vector de fuerza, una onda de choque ascendente lo lanzó hacia el cielo con la potencia de un cohete.

Aunque fue totalmente inesperado; los instintos de Rito tomaron el control; rápidamente una fuerza eléctrica emano de su cuerpo y causo que empezara a frotar de alguna manera....su mente en se momento se movía solo por lo que dictaba su cuerpo.

Y asi; se estabilizó en el cielo. 

Entones Zastin lo siguió en un parpadeo, convirtiéndose en un rayo plateado que rasgó la penumbra de Sainan.

En menos de dos segundos, ambos habían superado la barrera de los mil metros.

Lala, desde el jardín, vio cómo dos luces —una azul eléctrica y otra púrpura profundo— se alejaban hacia la estratosfera, iluminando la ciudad como meteoritos invertidos. 

Su ojos temblarojbde preocupación, asi como algo d asombro de que Rito pudiera volar manipulando campos electromagnéticos.

Peke intentaba estabilizar su lente mientras los datos de altitud se disparaban.

—¡Princesa! ¡El Capitán Zastin ha ignorado el protocolo de extracción! ¡Está priorizando la aniquilación del objetivo! ¡Si pelean a esa altura, la energía residual podría causar una tormenta de supercélulas sobre Sainan!

En el suelo, la advertencia de Peke se manifestó casi de inmediato como una realidad física. La presión barométrica sobre la residencia Yuki cayó de forma tan drástica que los oídos de Mikan estallaron con un dolor agudo. El aire, succionado hacia arriba por el vacío que dejaba el ascenso de los combatientes, generó un vendaval ascendente que arrancó las hojas de los árboles y las hizo orbitar en un remolino violento. El cielo, antes despejado, comenzó a cerrarse en un vórtice de nubes negras que giraban con una furia antinatural, iluminadas desde dentro por destellos de un azul eléctrico y un púrpura radioactivo.

A dos mil metros de altura, el mundo era un rugido de viento y estática.

Rito flotaba en medio del ojo de esa tormenta naciente. Su uniforme de gimnasia se agitaba con tal violencia que parecía a punto de desintegrarse, pero su piel no sentía el frío gélido de la altitud. Sus ojos, ahora con el dorado y el azul fundidos en una sola mirada eléctrica, observaban las líneas de campo electromagnético que conectaban las nubes con la tierra.

—Es fascinante... —la voz de Rito llegó a través del aire ionizado, cargada de una vibración que no era humana—. Aquí arriba, la resistencia del aire es menor, pero el potencial eléctrico es infinito.

Zastin, a solo veinte metros de distancia, extendió su capa púrpura, la cual comenzó a absorber los rayos erráticos que nacían del cuerpo de Rito. El Capitán de la Guardia Real ya no era un diplomático; su Bioenergía de Nivel 4 Superior se expandió en una esfera de influencia que forzaba a las nubes a dispersarse a su paso.

—Has hackeado la atmósfera para mantenerte a flote, joven —dijo Zastin, levantando su espada de obsidiana. La hoja comenzó a emitir un zumbido que hacía vibrar los huesos de Rito a kilómetros de distancia—. Pero al hacerlo, te has convertido en un pararrayos biológico. En este entorno, mi acero no necesita tocarte para desintegrar tu sistema nervioso.

Zastin lanzó un tajo al aire, a metros de distancia de Rito. No buscaba un impacto físico.

¡KRA-KOOM!

Un arco de energía púrpura, denso como un pilar de plasma, salió disparado desde el filo. El ataque no viajó en línea recta; utilizó los canales ionizados que el propio Ki de Rito había creado en el cielo, persiguiéndolo como un depredador que sigue el rastro de su presa.

Rito no se inmutó. Dejó que sus instintos dictaran el ajuste de vectores. Con un movimiento seco de sus manos, "agarró" una corriente de aire de alta presión y la torció sobre sí misma.

—Velo de la Tormenta: Inversión de Polaridad —sentenció Rito.

El rayo púrpura de Zastin chocó contra una barrera de viento cargada positivamente que Rito acababa de condensar. La energía, en lugar de atravesarlo, fue desviada por el efecto de Lorentz, curvándose alrededor de Rito en un círculo de luz cegadora que iluminó todo el horizonte de Sainan.

Lala, desde abajo, vio cómo el cielo nocturno se encendía como si un segundo sol hubiera nacido sobre la ciudad.

—¡Está usando la fuerza magnética para curvar los ataques de bioenergía! —exclamó ella, apretando sus manos contra su pecho con una excitación que bordeaba el éxtasis—. ¡Peke, Rito no solo está peleando contra Zastin... está reescribiendo la meteorología de la región para usarla como su propia armadura!

Zastin soltó una carcajada que resonó como el trueno.

—¡Bien! ¡Veamos si puedes curvar esto, niño de la tempestad!

Zastin se lanzó hacia adelante, convirtiéndose en un proyectil de masa y energía que ignoraba la fricción, listo para el primer choque de acero contra voluntad del trueno. 

Rito sintió que la temperatura de su sangre alcanzaba el punto crítico. Ya no había cálculos de física consciente en su cabeza; la Sincronía Operativa había sido devorada por una euforia eléctrica que hacía que cada uno de sus cabellos soltara chispas. Sus ojos, fijos en el avance de Zastin, captaron cómo la bioenergía púrpura del capitán compactaba el aire frontal.

—Demasiado lento —murmuró Rito, y su voz provocó un trueno seco en las nubes circundantes.

Zastin lanzó una estocada lateral, pero Rito no se limitó a esquivar. Sus manos se movieron como látigos de luz azul. Por primera vez, no buscó desviar la espada; buscó el aire que la rodeaba. Con un movimiento de sus dedos que parecía arrancar las cuerdas de un instrumento invisible, Rito condensó una carga de electricidad estática masiva entre sus palmas.

—Estilo Yuki: Percusión de Alto Voltaje —sentenció Rito.

Al juntar sus manos, no hubo un aplauso, sino una descarga de diez mil amperios que golpeó el plano lateral de la espada de Zastin. El estallido fue cegador. El Capitán de Deviluke sintió que sus brazos se entumecían por la vibración electromagnética, una fuerza que ignoraba su escudo de bioenergía para viajar directamente por el metal de su arma.

—¡Maldición! —rugió Zastin, retrocediendo por el impacto de la repulsión eléctrica—. ¿Cómo es posible que generes tal diferencia de potencial sin una fuente de energía externa? ¡Niño Tormenta, eres una anomalía que desafía la termodinámica!

Rito no le dio tiempo a recuperarse. Aprovechando el aire ionizado, se desplazó por el cielo como si estuviera patinando sobre cables invisibles. Su cuerpo era un borrón azul que aparecía y desaparecía entre los relámpagos que ahora caían de forma errática sobre la estratosfera de Sainan.

—La energía externa está en todas partes, Capitán —dijo Rito, apareciendo sobre Zastin. Sus manos estaban envueltas en rayos ramificados que iluminaban su rostro con una ferocidad que hizo que Zastin recordara viejos cuentos de terror galáctico—. Solo hay que saber pedirla.

Lala, desde abajo, apretaba el comunicador de Peke con tanta fuerza que el metal crujía.

—¡Peke, mira su ritmo cardíaco! ¡Está sincronizado con la frecuencia de los relámpagos! No solo es un "Niño Tormenta"... ¡está convirtiendo el cielo de Sainan en su propio sistema nervioso! ¡Si Zastin lanza un ataque de bioenergía ahora, Rito lo absorberá como un condensador viviente!

Zastin, sintiendo que el aire se volvía su enemigo, soltó un grito de guerra y liberó su Corte de Gravedad. La espada de obsidiana brilló con un negro absoluto, creando un vacío que succionó toda la electricidad de la zona, preparando un tajo que prometía colapsar el espacio aéreo.

Rito, lejos de asustarse, extendió su mano derecha hacia la luna, y por un instante, el cielo se quedó en silencio total.

—Bajo este cielo... yo dicto la caída.

Zastin lanzó el tajo. La oscuridad de su espada se expandió como una grieta en la realidad, devorando las nubes y el viento. Pero Rito no se movió. En lugar de eso, cerró el puño. En ese milisegundo, la diferencia de potencial acumulada entre la estratosfera y el cuerpo de Rito alcanzó el punto de ruptura. No fue un rayo lo que cayó del cielo; fue una lanza de plasma puro que descendió directamente sobre la espada de Zastin, utilizando el brazo de Rito como canalización.

¡KRA-TA-THOOM!

El estruendo no fue un trueno, sino una explosión termobárica que iluminó toda la costa de Japón. La luz azul cegadora chocó contra el negro de la gravedad de Zastin en un punto de singularidad. El vacío del capitán intentaba devorar la energía, pero la voluntad del trueno de Rito parecía infinita, alimentada por la propia ionización del planeta que sus células estaban procesando a una velocidad suicida.

Lala, viendo el holograma de Peke que parpadeaba violentamente ante sus ojos, gritó con una mezcla de horror y fascinación:

—¡El ritmo cardíaco de Rito ha saltado a 300 pulsaciones! ¡Peke, está usando la fricción de su propia sangre para generar más estática! ¡Si no termina esto en dos minutosy medio, sus arterias estallarán!

Mikan, que hasta ese momento se había mantenido en un estado de parálisis por el shock, sintió que el mundo se le caía encima al escuchar aquellas palabras. Sus manos se cerraron con tal fuerza que sus nudillos blanquearon, y su rostro perdió hasta el último rastro de color.

—¡¿Arterias?! ¡Lala, detén esto! —suplicó Mikan, su voz quebrándose ante la imagen de los dos soles colisionando en el cielo—. ¡Rito es solo un humano, no importa cuánto entrene! ¡Ese idiota... ese maldito idiota se va a matar por un estúpido estanque de carpas!

Mikan no podía ver los gráficos de Peke, pero podía sentir la vibración en el aire que amenazaba con hacerle sangrar la nariz. La idea de su hermano —el bishounen impasible que siempre tenía una respuesta cínica para todo— explotando desde adentro por una sobrecarga de energía era una variable que su mente se negaba a aceptar.

Arriba, Zastin sintió que su armadura de plata lunar empezaba a fundirse. La presión eléctrica era tal que el metal emitía un llanto agónico. Miró a Rito a través de la luz cegadora y vio que el chico no estaba sufriendo; estaba sonriendo con una euforia que no pertenecía a este siglo. Era la sonrisa de un depredador que acababa de recordar que el cielo es su territorio de caza.

—¿Es esto... el poder de un mundo de Nivel 1? —rugió Zastin, sintiendo cómo el calor de la descarga de Rito comenzaba a lamer su piel por debajo de la coraza. Forzó su bioenergía al 120%, una sobrecarga que hizo que su capa se desintegrara en cenizas púrpuras—. ¡No me subestimes, Niño Tormenta!

Zastin giró su espada con una fuerza bruta, rompiendo el estancamiento de energías. El vacío devoró la parte frontal de la lanza de plasma, y el capitán se lanzó a través de la estela ardiente para un golpe final a quemarropa. Estaba a menos de dos metros, su hoja negra apuntando directamente al cuello de Rito.

Rito, con la mano izquierda aún cargada de rayos que se retorcían como serpientes hambrientas, no retrocedió. Sus ojos, envueltos en esa danza azul y dorada, se enfocaron en el pomo de la espada de Zastin. Sus dedos se curvaron en forma de garra, y el aire a su alrededor se comprimió tanto que el sonido de su propia risa resonó como una onda de choque.

—Descarga de Tierra: Retorno Inmediato —sentenció Rito.

Extendió su mano para interceptar la guardia de la espada de Zastin, no para detener el filo, sino para cerrar el circuito.

¡BZZZZZT-THRUM!

En el instante del contacto, el cielo pareció detenerse. Rito no bloqueó el metal; sus dedos se cerraron sobre la muñeca de la armadura de Zastin con una fuerza hidráulica. En ese segundo, el tiempo de dos minutos y medio empezó a descontarse con una crueldad matemática en el holograma de Lala.

—¡G-Guaaaaah! —Zastin soltó un rugido que fue mitad sorpresa y mitad agonía.

La Bioenergía púrpura de Zastin, densa y pesada, intentó devorar el brazo de Rito, pero se encontró con una resistencia imposible. Rito no estaba luchando contra la energía; la estaba tierra-formando. Usó su propio cuerpo como un pararrayos de alta eficiencia, dejando que la furia de la estratosfera fluyera a través de sus nervios para golpear directamente los sistemas biológicos de Zastin.

Abajo, el visor de Peke proyectaba una luz roja intermitente que bañaba el rostro aterrorizado de Mikan.

—¡2:15! —gritó Lala, cuyas manos temblaban mientras ajustaba los parámetros de escaneo—. ¡Peke, la presión interna en los vasos sanguíneos de Rito está superando los 400 mmHg! ¡Si no suelta a Zastin, el flujo de retorno destruirá su corazón!

—¡RITO, SUÉLTALO! —el grito de Mikan desgarró el silencio del jardín, cargado de una desesperación que parecía alcanzar las nubes—. ¡NO ME IMPORTA SI ERES UN GUERRERO, ERES MI HERMANO! ¡PARA DE UNA VEZ!

Pero Rito no podía oírla. Estaba en la cima del mundo, con los hilos dorados de sus ojos quemando cualquier rastro de duda. Sintió cómo su piel empezaba a agrietarse, dejando escapar un vapor carmesí, pero su agarre en el brazo de Zastin solo se hizo más fuerte.

Zastin, con el rostro contraído por la electricidad que le fundía la armadura desde dentro, intentó usar su mano libre para golpear el torso de Rito. Pero Rito, con una agilidad que ignoraba la inercia, movió su centro de gravedad en el aire, usando el brazo de Zastin como eje para girar y quedar a su espalda.

—¿Miedo a la caída, Capitán? —la voz de Rito era un trueno sordo, una vibración que resonó en el pecho de Zastin—. Porque el tiempo de pelea... desafortunadamente se acaba ahora.

Rito envolvió sus piernas alrededor de la cintura de la armadura de Zastin y, con un grito que drenó casi la última gota de Ki de su cuerpo, canalizó toda la carga estática del cielo en una descarga final de punto cero.

¡KRA-SHOOOOM!

El cielo nocturno sobre Sainan explotó en un sol blanco cegador. El sonido de la colisión no fue un estruendo, sino una onda de choque pura que rompió más ventanas en la ciudad. La energía, canalizada a través del cuerpo de Rito hacia la masa de metal de Zastin, generó un pulso electromagnético masivo.

Abajo, en el jardín, el holograma de Peke se volvió ruido visual, incapaz de procesar la magnitud del evento.

—¡Sobrecarga de sensores! —chilló el robot—. ¡Es un Nivel 4! ¡No, un 5! ¡La lectura es inconsistente con las leyes de la física conocidas!

Mikan cayó hacia atrás, sentada de golpe en el porche, protegiéndose los ojos del brillo que parecía el fin del mundo. Las lágrimas se mezclaron con la tierra en sus mejillas, mientras suplicaba en silencio que la luz se apagara.

Arriba, Zastin sintió que el acero de su armadura se convertía en un conductor galvánico. El dolor era absoluto, una agonía de alto voltaje que le freía los nervios. El Capitán de Deviluke, el Primer Espadachín, fue derrotado por la termodinámica aplicada. El vacío de su Bioenergía fue superado por el potencial eléctrico de un planeta entero.

El brillo se extinguió tan rápido como apareció, dejando un vacío oscuro y humeante en el cielo de Sainan. Zastin fue proyectado hacia la tierra como un meteorito de obsidiana, su armadura fundiéndose en el impacto con la atmósfera.

¡THWOOMP!

Un segundo estruendo sacudió el jardín cuando Zastin se estrelló en el mismo cráter donde el primer guardia yacía inconsciente. El silencio que siguió fue absoluto, roto solo por el chisporroteo de la hierba quemada.

Arriba, en la estratosfera, Rito permaneció flotando por un instante más. Su sudadera estaba hecha jirones humeantes, su piel mostraba quemaduras de tercer grado y sus labios estaban agrietados. La luz dorada y azul en sus ojos se desvaneció lentamente, dejándolos en un vacío gris.

—Casi... —susurró Rito, su voz apenas un hilo de aire—. Estoy...al límite 

Su conciencia se apagó por completo. La euforia desapareció, reemplazada por el dolor agudo y el agotamiento total. 

La gravedad, la ley que tanto despreciaba, finalmente reclamó su deuda. Rito cerró los ojos y comenzó a caer libremente hacia el jardín, con su cuerpo agotado, roto y rodeado por las últimas chispas de una tormenta que acababa de cambiar el destino de la Tierra y despertar un poder digno de dioses.

–Onii-chaaan!!

–Rito!!!

Dos gritos resonaron una vez mientras una silueta rosa volaba al aire; atrapando al joven que demostro un inmenso poder que no sabia que tenia hasta ahora....

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